martes, 25 de julio de 2017

Empezando ...


Casi todas las personas anhelamos seguridad y confort en nuestras vidas, un grupo espera que otros lo consigan para ellos y los del otro grupo, minoritario por cierto, se responsabilizan de conseguirlo por sí mismos.

El miedo, la desconfianza y la victimización caracterizan al grupo de los que esperan que otros gestionen sus anhelos, con ello se ha creado una extraña simbiosis con una dirigencia afín a ese estilo de pensar lo que les permitirle inmiscuirse en casi todos los resquicios de la existencia, creando regulaciones, protecciones y controles, para dar respuestas a las demandas de eliminar el riesgo, mejorar los ingresos y garantizar seguridad. A veces, presa de alguna confusión esas mismas personas piden, se liberen las restricciones en algún área específica, por ejemplo: las actividades de montaña y ciertamente en este contexto es un imposible y resultaría peligroso porque las conductas que caracterizan esa cultura, no son aptas para enfrentar la aventura y la incertidumbre que genera el contacto directo con la aleatoria, hostil y persistente mecánica de los elementos de la naturaleza.

El otro grupo, vive tratando de operar personalmente en la mayor cantidad de áreas a su alcance, responsabilizándose de los resultados de sus elecciones, seguros que no pueden dejar su confort, seguridad y bienestar en manos de terceras personas. Este grupo de aves peregrinas vive la autonomía en cada departamento de su vida, no son ajenos al sentido gregario ni al altruismo. Cultivan orgullosos sus competencias y capacidades que son la base de su independencia, disfrutan sus logros y no aceptan ser tratados como ganado. Solo este grupo domina las habilidades para la aventura auténtica.

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