lunes, 18 de septiembre de 2017

Porque ? .....


......... entrenábamos muy duro, nos apasionaba la idea de estar fuertes para subir las montañas rápido, para tener una posibilidad mas de sobrevivir a los peligros de los glaciares y grandes rampas de los Andes, corríamos en la barda y la ruta, saliamos a escalar, levantábamos pesas en el gimnasio Elum Lihue, pedaleábamos y algunas cosas mas hacíamos. Un día Ricardo González me propuso que participara en algunas carreras en bici o combinadas para tener mejor medida de mis progresos, lo hice, como lo disfruté, con algunos de los invitados pasamos esos momentos ... en las montañas, bueno, en una temporada inolvidable entramos al Alpamayo solo con dos tornillos, nada más y en lugar de sentirnos cerca del límite nos sentimos más libres y las livianos, nos costó mucho instalarnos en campo alto, desde allí, un día de junio, alcanzamos el filo cumbrero en su vértice derecho porque era el más protegido de los seracs que colgaban en esa amenazante arista, al norte y hacia abajo veiamos la cumbre normal, de la mal llamada ruta Ferrari, que yo había alcanzado en 1988. Teo y yo nos subimos a una alfombra persa después de esa experiencia, de allí al Ranrapalca, intentamos una ruta alternativa, pasamos frío y miedo y nos resignamos a una normal. Nos fuimos al Artezonraju, éramos seis en la quebrada Parón, cuatro intentamos, en dos cordadas y nosotros dos, elegimos subir la directa sin usar la cuerda, solo 3 horas y 45 minutos, esperamos dos horas a nuestros colegas en la cumbre, comiendo chocolates Shot que me había enviado una amiga, nos helamos y nos bajamos destrepando la sur, con una variante para llegar directo a la carpa. Ese invierno del ’92 había terrorismo en Perú y éramos muy pocos montañeros en la Cordillera Blanca, varios atentados con muchos muertos hacían huir a los más prudentes. Nos reuníamos con amigos locales en Huaraz; el Lobo, Augusto Ortega, Alex Ramis, el Profesor Girafales, Fela y otros. Nos quedamos a pesar de las precarias condiciones, lo hicimos para intentar el Huascaran por el Escudo, participar del festival del andinismo y escuchar a Turmaiev?. La cita posta fue en la montaña más elevada de Perú; nos tocó cruzar el glaciar Raimondi, solos y en malas condiciones, sin huellas previas, ya que no había mucha gente por allí. Nos establecimos un poco más arriba del campo uno, pero antes de campo de la garganta, pensando en la bajada porque desde allí saldríamos sin cuerda ni material de vivac ni nada más que lo justo y necesario y la vitalidad de dos tipos jóvenes, un poco temerarios y muy divertidos. Dimos la vuelta en el día, subimos rápido, aunque salimos del hielo a las diez de la mañana el acceso a la cumbre se puso duro por una tormenta, llegamos a las 14:30 horas y el descenso estuvo peor por la misma cosa a la que le sumábamos en cansancio y el ruido de una que otra avalancha porque no dejaba de nevar. Estábamos fuertes, el entrenamiento había sido satisfactorio por eso seguimos entrenando. Después, Teo nos dejó en el ’94 poniendo en evidencia nuestra vulnerabilidad a pesar de la fortaleza y las habilidades, aun así esta rutina se prolonga en el tiempo como un estilo de vida. Por eso voy a celebrar estos 53 años con una buena paliza entre ustedes queridos amigos que entienden muy bien de esto. Gracias.

1 comentario:

Claudio García dijo...

Gracias a vos Toni. Abrazo